Omar es un hombre cuya vida oscila entre dos péndulos: la esperanza y el vacío. No son pocas las veces que descubrirá que poco puede hacer contra el destino cuando esté juega sus piezas tomando la forma de amigos, familia, parejas, e incluso personajes desconocidos.

El protagonista de esta historia, en su insignificante andar por la tierra, deberá aprender que para poder estar lleno de dicha y felicidad, primero tendrá que llenar los huecos más profundos que amenazan con consumirlo.

Muerte, soledad, mentiras, desesperanza, ¿hasta dónde puede soportar el endeble espíritu humano?

Pocas son las historias de ciencia ficción imbuidas en una calidez hogareña, Amairani es una de esas joyas raras del género que deleitan con su delicadeza, y su colorida narrativa. Al leer la historia de Amairani, como de su familia, los lectores sentirán esa misma sensación de estar sujetando entre sus dedos una flor hermosa pero marchita, que tiene que tomarse con cuidado entre los dedos para no desmoronarse y convertirse en un recuerdo más. La nostalgia, el amor, la familia, y el futuro siempre esperanzador, se entretejen formando con ello una historia que sacude el corazón no con vinolencia, sino con caricias. Lee este libro, y viaja a un futuro no muy lejano, a un tiempo en el que la humanidad y la tierra por fin hacen las paces.

Naos es una teocracia sumida en el silencio, la devoción, y un calor insoportable que parece cubrirlo todo con brumas de olvido. Desde su palacio, el Santo de Santos observa con atención a su devoto pueblo, castigando con puño de hierro a todo aquel que ose conocer más allá de lo permitido. 

Ilán comienza a sospechar que tras el velo de la cotidianeidad se oculta una realidad alterna, que amenaza con romper para siempre la maldición de un tiempo cíclico y una memoria yerma. Cuando conoce a Israel su fe se verá puesta en juego y tendrá que tomar la decisión de vivir en feliz ignorancia, o descubrir una verdad que podría costarle la vida. 

Tao es una novela que nos invita a adentrarnos en las aguas del Siloé, para rebuscar en nuestras memorias más profundas nuestro paraíso personal.

Cuando a la pequeña Isabela la apartan de su hogar en la Sierra comienza una de las historias de crecimiento, amor y tristeza más terriblemente reales.

Desde su paso por la hacienda de Doña Cristina, hasta su llegada a la gran ciudad, la protagonista de esta novela se va dando cuenta de que el mundo tiene muchos rostros, e infinidad de caras. El más inocente caramelo se transforma en el lazo que la ata a una vida de esclavitud, y la aterradora incertidumbre cambia de naturaleza hasta volverse la luz de esperanza al final del túnel. Isabela aprende, como todo ser humano, a distinguir entre el bien y el mal, a luchar por su libertad y sus ideales.

Dice Fernando Pessoa que la infancia es la sangre de la existencia, que la poesía y la infancia son sinónimos. Podríamos agregar que la infancia es la sangre de este libro, porque al igual que Elena Baeza, la mayoría de los cuentos de esta antología beben de la memoria y los recuerdos de la niñez. Las palabras de estos relatos vienen de la resolana en los patios de juego y las caminatas en el campo buscando tesoros; se alimentan del temblor y el miedo que producen las sombras de un quinqué durante las leyendas nocturas de una abuela con mucha imaginación; se originan en el nerviosismo y la culpa, en el sabor clandestino de un dulce robado. Son palabras inesperadas como un caldito de pollo entre semana; voces que tienen aroma a café y a manzana, y tan frescas como una coquita de vidrio enterrada en la arena; voces sabias que se balancean en una mecedora o que alivian el dolor de una niña con piedra mágica.

Lucía Mendoza Cano

Aarón, con doble a, termina varado en una misteriosa isla que pareciera contar con numerosas características paradisíacas, mas esta resolución se viene abajo conforma la isla va develando sus múltiples rostros fantásticos.

La canción del marinero es una novela corta que deconstruye el Paraíso perdido hasta volverlo una suerte de limbo onírico, hermoso y exótico, en el que el concepto del tiempo no tiene cabida.

No todas las infancias son agradables, hay algunas crueles y terribles. Infancias que todos conocemos, pero de las que nadie quiere hablar, son el principal ingrediente de esta necesaria compilación. Historias que desearíamos que no existiesen, desaparecerlas con un ¡zaz! De varita mágica.

La autora nos recuerda que, de hecho, estas historias son las que jamás deben olvidar contarse.

María Elena, Rita, Ramón, la tía Lorenza, un hombre muy al estilo del doctor Frankenstein moldeando a un robot con la apariencia de su difunta esposa, doña Lola, Guillermo, Rafael, Roberto, un fallecido que en su última hora se convierte en millonario, y hasta un can que relata la muerte de su amo, son personaje del libro que en la vejez o la muerte, avivan la memoria con una nostalgia feroz, pues si de algo están seguros, es de una letanía que dura menos o igual a un recuerdo. Y como acto final articulan el extrañamiento a la vida pasada, ¿estaremos hablando -entonces- que la soledad y la muerte son la misma cosa?

Isabel Ruiz Figueroa

Los relatos narrados en este libro son el resultado de una memoria prodigiosa que se presta para rescatar anécdotas englobadas en el mundo de lo cotidiano. A través de estas historias familiares, la autora nos logra adentrar en la vida de su padre desde diversas perspectivas: el hombre como hijo, hermano, esposo, amigo y, sobre todo, padre. Una figura que lucha y se entrega por completo a su familia.

Todas estas historias nos obsequian una serie de fotografías que nos invitan a reflexionar sobre nuestro lugar en el núcleo familiar.

Desde los hechos previos al movimiento estudiantil del 68 hasta las vivencias de una pintora y una escritora en ciernes, Una crónica para Elena integra en sus páginas cuatro crónicas que podrían no resultarnos tan lejanas. En las palabras de Carmen Olivas, Anaid Hernández, Bertha Vera y Leticia Manríquez, podemos reconocernos y entender un poco más la realidad, a veces abrumadora, en la que vivimos. De su mano, entendemos que el tiempo no se detiene y es inevitable no vivir esta vida.

Las crónicas que integran esta plaquette fueron participantes de la segunda edición del Premio municipal de crónica literaria "Elena Baeza" de ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua.